Mire, los humildes no son el centro de las cosas, no son el borde de las cosas, solo encajan en la propuesta picante y dulce de su avaricia. La forma en que se han ido desarrollando las cosas (no como las han contado, sino como se han venido desarrollando) hará que los sabios que se la pasaban alabando a la paz, revelen que venían ocultando el placer de todas sus guerras.