Vicepresidenta

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Como creía el filósofo, también creo que hay que decirle al dolor que pase, pero también que vuelva. Sabemos muy bien que el fundamento de lo que llaman solicitudes puede confundirse con favores, en vez de verlo como canto de la ética.

 

Aquella noche en la que usted dormía, no sentía hambre…no obstante el cuerpo me pedía alimento. Un rumor a amarguras y nostalgias típicas por causa de deseos de una sociedad mejor llevó a mi epitelio hasta el cansancio y lo único que pude dibujar sobre el retrato hablado del culpable, fueron las noches son de sal y los días de amapola que dejaron las fiestas entre la avaricia y la injusticia.

 

Dígame, ¿por qué dura tanto esta noche? Prefiero que la lluvia lo limpie todo, incluidas esas ganas de poseer más cuando ya se posee; inevitable comportamiento cuando se accede a las puertas del reino de la superioridad de unos hombres sobre los otros… o de unas mujeres sobre otras.   

 

Nada empaña esta letanía al régimen de sus gobiernos para que se acabe, y se cese y no vuelva y se haga trizas, y tenga la delicadeza de quitarse la vida en el altar de todas las súplicas.

 

Pero, bien he aprendido que, así como a veces las palabras parecen un mal chiste, no hay que olvidar que los sepelios se turnan para adornar los días de la gente diferente; sin que nada le permita reflexionar sobre las injusticias que comenten usted y los suyos. Animándose, por ende, a vivir convencida de vive lejos de la injusticia.

Maldita náusea esta que siento ¿cómo hacer para que se retire a sus aposentos? Náusea vigorosa e intrépida porque sabe que está lejos de la muerte.

 

¿Sabe dónde vive la náusea señora? Siéntese, medite… observe lo soles robados de mayo y estos fríos de larga guerra, que muerden a Colombia una vez más y que se confunden con el canto unísono de Átropos.  No vacile en confirmarse, que cuando todo vacila ya ni la esperanza cuenta, al final solo queda una declaración de amor a Tánatos.

 

Pandora no tiene la culpa de nada, no piense en ella. La culpa es de la humanidad por hacer de un mal un bien. Eso hasta usted lo sabe, y dejémonos de las campañas, que para pensar como realmente pensamos, no necesitamos sino esa voz grave, calma y segura que bajo los nogales susurra “están jodidos”.

 

Dígame usted, cuáles son esos signos de todas las mañanas de los humildes; qué dicen las acacias, los ocobos y los guaduales. ¿Ha escuchado la canción? Dicen que los guaduales tienen alma, pero… ¿y si los guaduales tienen alma, por qué no preguntarnos si usted y los suyos puedan tenerla? ¿Qué cuesta hacerse una pregunta tan profunda como el mundo, tan profunda y oscura como las raíces de nuestra discordia? La náusea regresa…

 

Su luz señora, está haciendo que a aquellos que añoran un pedacito de justicia y ni eso les dan digan:

¡Vámonos! Vámonos a caminar con nuestra ropa envuelta en una sábana, usemos un palo mata ratón para elevarla y cargarla con el hombro como se cargan las armas largas.

 

Hagamos hogueras, que sean muchas hogueras. Hogueras longevas de conversaciones eternas que nos dejen ese rumor de ceniza en la lejía del blanco y tostado alimento del guerrero.  

 

Caminemos lejos, debajo de las nubes y sus sospechas, bajemos hacia el valle del Magdalena para darnos cita más allá de las fronteras. Escuchemos el agua y dibujémonos eternos durante el ocaso.

 

Segréguenos de usted y su mal gobierno. Vuélvanos humo para llegar a sus pulmones y juramentar una legítima venganza contra su legítimo mandato. Pero espere, espere…no nos induzca a volver a esas viejas prisiones de los abrazos y los besos que así no lograremos nada.

 

Señora, ¿no le parece que sería puro y fiel que los enemigos tan solo se respetaran su odio mutuo…? pero no… como se dice en cualquier parte: dejémonos de pendejadas.  

 

Usted también sabe que los cantos de un poeta siempre se visten de múltiples trajes que nunca dejan ver cuál es su verdadero cuerpo. Su verdadero tono. La calidad de su mentira. Pero cuando la mentira es la verdad, entonces el poeta tiene que resolver el dilema ¿se abandona o se suicida?

 

¡Que agobio! el que produce esta náusea…a veces uno simplemente quiere decir: consuélanos humedad pacífica. Acarícianos Colombia con ese viento decidido del macizo. Ya supimos alguna vez y unas veces siempre, que a todas las cosas les llega la noche y este espíritu de la rabia que se gesta en el sancocho trifásico hecho a base de injusticia, impunidad e indolencia, se niega a morir en soledad; quiere reunir a tantos como se pueda, tal parece que se hace melancolía y como si fuera una crisálida, se convierte afanosamente en promesa: será una guerra larga.

 

¿no se da cuenta de lo que están provocando usted y los suyos? No se moleste… piénselo bien, usted y los suyos son los culpables.

Pero no quiero hacer un discurso político, vea ¿se ha preguntado cuántos espíritus habitan en las selvas buscando las quebradas y los riachuelos que conduzcan sus lágrimas hasta el río Magdalena y así salir a los brazos de nuestro mar caribe?

 

Hay espíritus que habitan en las selvas y se la pasan regresando manifiestos en todas las formas con el propósito de salvar. Y no lo duden usted y los suyos, que los vivos, hacen sonar sus voces para que los espíritus desde las selvas colombianas las vuelvan rezos.

 

Si le contara a usted y a los suyos… queremos caminar como el viento cuando juega con la cordillera. ¿sabía que el mal gobierno se vuelve un Dios cuando pasa todo y nada pasa? ¡estoy seguro de que lo han dialogado en la cafetería! No se haga [carcajada]. 

 

Pero fíjese usted, que hasta dios sufre dolor de cabeza, ¿luego no fue así como nació Atenea?

 

Mire, los humildes no son el centro de las cosas, no son el borde de las cosas, solo encajan en la propuesta picante y dulce de su avaricia. La forma en que se han ido desarrollando las cosas (no como las han contado, sino como se han venido desarrollando) hará que los sabios que se la pasaban alabando a la paz, revelen que venían ocultando el placer de todas sus guerras.  

 

Señora, a veces a las ciudades llegan ecos de canciones que se están cantando muy lejos, ponga atención, escuche, dese cuenta de que vienen con una mezcla entre fervor, rabia y lujuria; solo alcanzo a escuchar fragmentos que dicen:

 

quisiera ser la lluvia del bajo Cauca, abrázame con zeta calor del magdalena medio, brisa de cañaveral del Valle, perseverancia del Catatumbo, sur de todos los Tolimas, poema de la costa atlántica, piel azul del Fúquene, mar verde del Arauca, roca fuerte de los santanderes. Calor con fuego o sereno triste de todas nuestras montañas. Viejos sabios que miran nuestra desgracia en forma de montaña nevada.  Pájaros de todos los colores, espíritus de todos nuestros muertos.  Hombres y mujeres de fríjoles y guadua…

 

¿No los oye?

 

 

Yo sí, fuerte y claro, es inefable pero ya suenan…no quiero extenderme más, mejor, dígame una última cosa ¿por qué se extingue el buen gobierno? 

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